Vanessa* nació un 25 de julio del año 2000. Junto a su hermano, ella dejó atrás una vida rodeada de carencias y dificultades. Con la ausencia de un padre y la presencia solamente de la madre, quien desafortunadamente era víctima del alcoholismo, los niños se encontraban en un estado de abandono, muchas veces olvidados en su propia casa cuando su madre salía para conseguir algo que comer o para caer de nuevo en las redes del alcohol.
Fue la misma policía la que se dio cuenta de la situación de la familia, y decidió tomar a los niños y pedir a las autoridades correspondientes que ellos ingresaran en algún hogar, donde los pudieran cuidar y querer mucho. Y es así que el 11 de septiembre de 2002, con apenas dos años de edad, Vanessa* y su hermano ingresaron a Nuestros Pequeños Hermanos (NPH) El Salvador.
Aunque Vanessa* era muy pequeña para recordar todo esto que le sucedió, se siente agradecida por la forma en que NPH ha cambiado su vida desde que ella llegó al hogar. ‘‘Gracias a NPH soy una persona de muchos valores, soy una persona de bien. A pesar de que llegué como una bebé, he aprendido a enfrentar mis miedos y gracias a Dios logré terminar mis estudios’’, expresa la joven.
Con una rutina como la de cualquier niño (levantarse, hacer el aseo, desayunar, ir a la escuela, almorzar, realizar las tareas, jugar, dormir, etc.), Vanessa* fue creciendo como una excelente niña y estudiante, que destacaba por compartir y ayudar a los demás. Ella relata que su desempeño académico era bueno, sus materias favoritas eran Ciencias y Educación Física, y disfrutaba mucho de participar en dinámicas y juegos escolares.
Pero hubo algo en particular que marcó el camino de la chica y la orientó hacia el descubrimiento de su gran pasión: la gastronomía. Cuando ella tenía alrededor de 14 años, gracias a los talleres vocacionales que se imparten en NPH El Salvador, Vanessa* encontró aquello que la convertiría en una persona de éxito. Ella cuenta: ‘‘Mi interés por la gastronomía comenzó cuando iba al Taller de Panadería en NPH y también cuando estaba en Año Familiar y ayudaba en la cocina. Desde ahí, eso me motivó a estudiar gastronomía y la verdad me encanta mucho. Es una carrera muy bonita y creativa.
Pero Vanessa* también reconoce que este éxito ha sido gracias a personas especiales que la han acompañado a lo largo de su vida, entre ellas tía Maritza, quien durante muchos años trabajó como una de las cuidadoras de la Casa de Niñas ‘‘Santa María’’ (en el hogar en Texistepeque) y, desde el año 2022, se desempeña como tía de la Casa Juvenil en Santa Ana. Para Vanessa*, ella fue una persona de confianza, que siempre le aconsejó en lo malo y lo bueno, y la apoyó en lo que podía. ‘‘Gracias a Dios, ella es alguien que nos comprende y nos motiva para que sigamos adelante en nuestros estudios’’, explica la niña.
Por su parte, tía Maritza encuentra en Vanessa* una niña muy alegre, esforzada y servicial con los demás. Ella recuerda una situación en particular en la que la chica tuvo que llenarse de valor y demostrar su temple. ‘‘Recuerdo que en el año 2021 le correspondía cambiar de programa, después de estar muchos años en el hogar de Texistepeque. Ella tenía mucho miedo de estar en la ciudad, pero gracias a su esfuerzo por mejorar y todo el apoyo que recibió, se adaptó muy rápido y después de tres años se convirtió en una señorita bastante independiente para desenvolverse en la sociedad’’, cuenta Maritza.
Y es que, a pesar de que en ese entonces Vanessa* consideró graduarse de Bachillerato como uno de sus mayores logros, siempre existió en ella ese temor por dejar el mundo que ya conocía y descubrir nuevas realidades. Pero fue en estos momentos de prueba, en los que ella aprendió a confiar en Dios y a creer en ella misma para así poder empoderarse y continuar hacia adelante.
Es por eso que NPH El Salvador procura brindar el apoyo y herramientas que los niños, adolescentes y jóvenes van necesitando en su caminar, especialmente, en los momentos en que manifiestan no poder seguir con los procesos que atraviesan. Asimismo, es importante insistir siempre en su formación y aprendizaje hasta lograr que cumplan sus metas. En palabras de tía Maritza es necesario: ‘‘Darles la debida importancia, amor y el apoyo residencial que necesitan en sus diferentes etapas. Que cada uno de los jóvenes y señoritas a mi cargo logren cumplir con cada una de sus metas, sean felices y se alcancen los objetivos de nuestro programa’’.
En 2024, Vanessa* culminó su carrera de gastronomía, con la cual ha podido dar sus primeros pasos en el mundo laboral, desempeñándose como cocinera de un restaurante local. En el futuro, ella sueña con tener su propio restaurante con el que pueda ayudar a muchas personas que lo necesitan.
Ahora, ella es una mujer independiente y ha emprendido su camino fuera de NPH como una adulta exitosa.
‘‘Agradezco a mis padrinos, a NPH y a los donantes porque gracias a ellos he salido adelante en todo’’, concluye Vanessa*.
NPH ayuda a construir futuros esperanzadores, y gracias al apoyo de los padrinos y donantes estos sueños pasan de ser anhelos a realidades palpables, en las que los niños y jóvenes dejan atrás un entorno carente de oportunidades y trazan un camino de triunfo y felicidad.
*El nombre ha sido modificado por motivos de privacidad