Esta es la inspiradora historia de Álvaro, un joven cuya vida ha experimentado una notable transformación gracias a los pasos y al apoyo recibido en Nuestros Pequeños Hermanos Guatemala (NPH Guatemala).
Álvaro es un joven de 26 años vive en el hogar de NPH Guatemala en la casa llamada «Sagrado Corazón» desde 2007. En este hogar viven niños y jóvenes con diversas discapacidades.
La madre solicitó el apoyo de NPH porque la familia no cuenta con los medios económicos necesarios para brindarle la atención y cuidado adecuado. La familia de Álvaro vive en una comunidad llamada San Pedro y San Pablo, ubicada en el municipio de San Andrés Itzapa, Chimaltenango.
Álvaro padece autismo, que se define como un trastorno neurológico crónico con una fuerte base genética que se manifiesta en la primera infancia con una serie de síntomas relacionados con la interacción social, la comunicación, un pensamiento y comportamiento inflexible.
El autismo no es una enfermedad, sino una afección. La definición más aceptada de autismo es la de trastorno del desarrollo. Sin embargo, se considera una discapacidad porque dificulta la realización de las actividades cotidianas y, en la mayoría de los casos, impide la independencia.
Álvaro nació con esta condición, que se atribuye a que su madre consumió bebidas alcohólicas durante el embarazo, esto lo determinó el equipo médico de NPH Guatemala, ya que antes de su llegada no había ningún registro o antecedente médico. Debido al diagnóstico y su situación familiar, Álvaro fue aceptado en NPH Guatemala en donde tiene acceso a educación especial en el centro educativo de NPH, en un programa especial para personas con discapacidad llamado ‘’Aulas Integradas’’ y recibe clases de lunes a viernes de 7:00am a 12:30pm. Este programa integra diversas metodologías para que él pueda desarrollar su máximo potencial.
Tiene una clase llamada «Vida Práctica» donde aprende y desarrolla las habilidades necesarias para sus actividades diarias. La vida práctica es la asignatura favorita de Álvaro. Él es muy inteligente y es increíblemente empático, es capaz de ayudar a los demás. Es una persona con mucha energía y muy independiente. Así lo confirma su cuidador, Fredy: «Lo más importante de Álvaro es que es un joven muy servicial, le encanta ayudar a los demás.»
Adicionalmente, él participa en Tienda Sonrisa, el programa de integración social y laboral, en donde tiene la oportunidad de poner en práctica lo aprendido en la escuela e interactuar y mejorar sus habilidades sociales.
Además, Álvaro recibe fisioterapia dos veces por semana y terapia ocupacional totalmente gratuito con profesionales capacitados. Durante su estancia en NPH Guatemala, también participa en otro tipo terapias dependiendo de la época del año, por ejemplo, terapia del habla, psicológica y del movimiento.
Álvaro es una persona muy activa, participa en los Juegos Olímpicos mensuales (una actividad que realiza en la Ciudad Capital organizado por un programa del gobierno para personas discapacitadas) o jugar al fútbol y al baloncesto. Con la ayuda del cuidador Fredy, Álvaro ha aprendido a andar en bicicleta, y es una de sus actividades favoritas. “Le encanta dar vueltas en la bicicleta, y estamos orgullosos de que haya aprendido a andar solo”. Dijo Fredy.
A pesar del alto nivel de independencia de Álvaro, su mayor reto es la comunicación. Aún no ha desarrollado el lenguaje y se comunica mediante gestos y algunos sonidos. Esto también lo señala la fisioterapeuta, Darling: «Aunque mi mayor deseo es que logre la independencia, creo que todavía tiene que mejorar en áreas como la comunicación y la gestión del dinero. Es muy inteligente y productivo’’, concluye.
El progreso que Álvaro ha tenido desde que llegó a NPH Guatemala ha sido enorme. Ahora incluso es capaz de ir y regresar solo del trabajo, ya que la empresa se encuentra a menos de 1 kilómetro de distancia. Por más de un año estuvo trabajando con una voluntaria de Luxemburgo llamada Christelle quien contribuido a todos estos avances y logros en la vida de Álvaro. «Es admirable que cumpla todas sus tareas y sea capaz de ayudar a los demás. Desde que conozco a Álvaro, nunca le he visto desanimado. Estoy muy orgullosa de que haya aprendido a ir a trabajar de forma independiente y a volver a casa solo», opina Christelle.
La historia de Álvaro demuestra que, con el apoyo y el cariño adecuado, las personas con discapacidad pueden desarrollarse y tener un futuro satisfactorio.
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