Son las 10:30 A.M. de un martes cualquiera en la escuela preescolar de Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), ubicada dentro de las instalaciones de Casa San Salvador, en el poblado de Miacatlán, Morelos. Es la hora del recreo. Todos los alumnos salen de sus salones para disfrutar media hora de juego; reciben una fruta y agua como una pequeña colación entre el desayuno y el almuerzo. Esta merienda es repartida por los cuidadores de los niños, a quienes, con cariño les llaman “tías” y “tíos”.
Mientras todos los niños disfrutan del refrigerio, un delicioso banano, la niña más pequeña de la casa, Layla, se limita a consumirlo, pues es alérgica a los plátanos y otras frutas, los productos lácteos, frijoles, atún, carne de cerdo y de res, entre otros. Si llegase a comer alguno de los alimentos antes mencionados, podría sufrir una crisis asmática que la obligaría que ser atendida en una sala de urgencias respiratorias. Es por ello que hoy degusta de una porción de papaya.
Layla llegó a NPH en 2021 a los tres años, junto a su hermano Reyes y su hermana mayor Jacinta de 6 y 11 años, respectivamente. Los tres provienen de un poblado ubicado al norte del estado de Morelos. Vivían con su padre, un hombre trabajador cuyos ingresos eran muy bajos y tampoco tenía el tiempo para cuidarlos como él lo anhelaba. Por tal razón solicitó el apoyo de NPH, y, asimismo, le fue concedido.
En lo que refiere a la situación médica, los tres niños llegaron bien, aunque Layla tenía tos y síntomas de resfriado común. Y es que, al ingresar al hogar, todos los niños se someten a exámenes académicos, psicológicos y a un chequeo médico, con la finalidad de poder conocer su condición actual y ayudarles oportuna e integralmente.
Al principio se atribuyó su padecimiento a los cambios de clima, era muy susceptible a los resfriados, lo cual alertó al equipo médico a realizar otros estudios. Finalmente, los chequeos médicos concluyeron con un diagnóstico de asma, por lo que rápidamente inició el tratamiento pertinente. En cuanto al estado nutriconal, su peso y talla eran los adecuados. Sin embargo, la nutrióloga, María Fernanda, cariñosamente nombrada dentro del hogar como ‘’Marifer’’, comenta que Layla llegó a tener sobrepeso a los siete meses de haber entrado a NPH.
Monitoreo constante
Marifer está encargada de cuidar la nutrición de todos los niños en Casa San Salvador. Ella coordina con el médico de cabecera de la casa, y otras áreas, para elaborar la mejor dieta para los beneficiarios, siempre adecuándola a lo que NPH puede comprar y producir, además de los donativos de las empresas que apoyan la causa.
Además, Marifer también es la encargada de pesar y medir a los niños y niñas con frecuencia. Los resultados de esta medición los compara con las tablas de crecimiento percentil del IMC (índice de masa corporal) por edad, que son indicadores que se utilizan para medir los patrones de crecimiento en los niños y adolescentes. El resultado de la comparación de estas tablas le permite a la nutrióloga determinar si el infante se encuentra en su peso ideal de acuerdo su talla y edad. El objetivo de todo esto es que la población se desarrolle sin sobrepeso u obesidad, y dentro de lo que cabe, tengan una dieta balanceada, dado que México ocupa el primer lugar en obesidad infantil, de acuerdo a estudios financiados y elaborados por el Gobierno de México.
Fue gracias a este monitoreo constante que Marifer se enteró del sobrepeso en Layla, por lo que rápidamente tomó las medidas necesarias y elaboró un plan alimenticio que le permitiera a la menor alcanzar nuevamente su peso ideal. En resumen, Layla se convirtió en una paciente más dentro de la casa de NPH y no únicamente por temas de nutrición.
Una tos severa
Los meses pasaron y Layla seguía creciendo en todos los sentidos. Le gustaba la escuela, recortar, y colorear, era su pasión dentro del salón de preescolar. Era muy tímida, su lenguaje era limitado, pero poco a poco fue mejorando. Su vida era igual que la de todos los niños dentro de la casa, exceptuando algunas situaciones en las que los cuadros respiratorios atacaban sus pequeños pulmones.
De pronto, la pequeña Layla decayó con una tos incontrolable y escurrimiento nasal en exceso, la persona encargada de su cuidado la llevó a la clínica médica ubicada dentro de las instalaciones de NPH, donde las enfermeras la recibieron y lograron estabilizarla. Layla tuvo que pasar el resto del día en la cama de la clínica y poder, así, recibir el monitoreo oportuno. Todo parecía estar bien hasta que a las tres de la madrugada volvió la terrible tos, pero en esta ocasión de forma aún más severa. Y esta vez, tuvieron que proceder llevándola de emergencia al Hospital del Niño y Adolescente Morelenses, hospital con el cual NPH tiene un convenio para darle atención médica especializada a los niños. Recibieron a la niña en el área de urgencias respiratorias, donde de inmediato le asistieron, diagnosticándole una crisis asmática, y desde entonces el equipo médico de NPH es el encargado de atenderla los martes y viernes, tres veces al día. A partir de ese momento, el vínculo que se ha desarrollado va más allá de una relación de médico a paciente, es un vínculo realmente familiar.
Bases para una buena vida
La edad de Layla, cuatros años, es ideal para que aprenda a cuidarse y tener buenos hábitos alimenticios. Marifer ama a su pequeña paciente, y considera a la menor como una persona dulce quien siempre contagia a todos con su sonrisa.
Layla se ha adaptado muy bien a su nueva dieta y empieza a identificar los alimentos que no debe consumir. Este será un proceso largo, pero la nutrióloga, en conjunto con todo el equipo médico le brindan el acompañamiento oportuno para seguir contemplando el verdadero milagro de haberla rescatado de esta retadora crisis de salud para la menor, en la que ella también luchó como una verdadera guerrera.
¿Deseas cambiar la vida de pequeños guerreros como Layla? ¡Uníte a la familia de NPH hoy!