La pobreza afecta a grandes sectores de la población en cada uno de los nueve países donde Nuestros Pequeños Hermanos tiene casas. México, donde se fundó NPH en 1954, es visto como uno de los países más desarrollados de la región, con la segunda economía más fuerte de Latinoamérica basado en su PIB. A pesar de esto, millones de mexicanos todavía viven en condiciones de pobreza extrema. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en México, 52.4 millones de la población de 126 millones vivían en pobreza y 9.3 millones en pobreza extrema.
El ciclo de pobreza puede iniciar debido a la carencia de recursos. Sin embargo, usualmente esto escala hacia una falta de acceso a la educación y altos índices de deserción escolar, dificultades para encontrar un trabajo estable, condiciones de vida y dieta pobres, entre otros temas, muchos de los cuales conducen a una mala salud y a enfermedades serias. Con un 16.2% de mexicanos sin acceso a servicios médicos, solamente se exacerban los problemas sociales que aquellos que viven en la pobreza sufren.
El aumento de los mexicanos que viven en pobreza extrema ha tenido múltiples consecuencias en todas las áreas, y específicamente en la salud materno infantil. Muchas mujeres no están conscientes de que deben monitorear su embarazo, y en muchos casos, no hay clínicas rurales o no tienen el personal y equipo necesarios para dar tratamiento a mujeres embarazadas para el desarrollo adecuado del bebé desde su gestación. Sin este cuidado y seguimiento, las enfermedades congénitas, también conocidas como defectos de nacimiento tienen mayor probabilidad de presentarse.
En NPH México hay más de 650 niños, niñas y jóvenes viviendo en las cuatro casas en Cuernavaca y Miacatlán, Morelos, en Monterrey, N.L. y en Matamoros, Tamps. A todos se les proveen cuidados médicos, gracias a un equipo médico profesional y clínicas que atienden a niños y adultos de todas las edades; ahora nos enfocaremos en dos de ellos.
El pequeño Héctor
Héctor tiene 5 años, llegó a NPH México a los 11 meses, proveniente de Iguala, Guerrero, uno de los estados más pobres de la república donde el 26.8% de la población vive en pobreza extrema. La mamá de Héctor tiene 33 años y otros nueve hijos, mientras que su padre de 31 años trabaja como electricista, pero no tiene ingresos suficientes para mantener a su familia. Al no poder proporcionar las necesidades básicas a su familia, la corte decidió que Héctor y seis de sus hermanos estarían mejor bajo el cuidado de NPH México.
Como todos los niños que entran a NPH, Héctor recibió un examen médico para determinar el estado de su salud. Tenía buena salud, ninguna infección, sin embargo, los médicos detectaron su polidactilia, un desorden genético caracterizado por tener más de cinco dedos, lo cual afecta a uno de cada 500 o 1,000 niños.
En el caso de Héctor, tenía un dedo extra en su mano izquierda y un dedo gordo extra en cada pie. Mientras que esto no le causaba ningún dolor aparente, podría causar deformidades severas y problemas de desarrollo en el futuro. Si un niño tiene un dedo extra en una mano, la cirugía se lleva a cabo antes de que el niño entre a la escuela. Si el niño tiene un dedo extra en el pie, es mejor operar antes de que empiece a caminar. Héctor, un niño activo y feliz, tenía casi un año cuando llegó a NPH, por lo tanto, los médicos decidieron actuar rápido y lo llevaron al Hospital ABC, uno de los mejores hospitales privados de la Ciudad de México, donde recibió consultas médicas de especialistas en traumatología para iniciar el proceso de la cirugía.
El Dr. Michell Pérez, médico de NPH México dice, «la cirugía se llevó a cabo en diciembre 2016. Posteriormente, Héctor se quedó con nosotros en la clínica de Casa San Salvador durante tres semanas, donde las enfermeras y médicos lo atendieron para que sus heridas sanaran pronto. También le dimos rehabilitación y lo monitoreamos constantemente.»
En enero de 2017, el Dr. Michell Pérez llevó a Héctor de vuelta al Hospital ABC para una revisión de rutina y para asegurarse que las heridas de la cirugía hubieran sanado. Gracias al cuidado profesional de NPH México, los pediatras y ortopedistas del hospital estaban satisfechos con la recuperación de Héctor y lo dieron de alta.
«Hoy Héctor tiene 5 años y vive una vida muy feliz. ¡Le encanta jugar!» dice sonriente el Dr. Michell. «Hacemos revisiones frecuentes para checar el desarrollo y estructura ósea de pies y manos. En el futuro tal vez requiera cirugía en su pie para disminuir el tamaño del hueso del dedo adicional y evitar el rozamiento con los zapatos. Pero aparte de eso, estamos muy contentos con su progreso.»
Hoy Héctor insiste que sus colores favoritos son el azul y el negro, y su habitación preferida en la casa es el salón de juegos en Casa San Salvador. Sigue siendo un niño curioso y libre, y su hermano mayor Osvaldo es su mejor amigo.
«Gracias por cuidarme,» concluye Héctor con un saludo.
”Tere”
La Hermana Mayor Teresa Rivera, conocida en NPH México como «Tere» llegó a Casa San Salvador en 1985,después del sismo, cuando tenía 11 años, .
Se sabe poco de la familia de Tere, además de que tuvieron problemas económicos que les impidieron apoyarla. Tiene tres hermanas, aunque no sabe dónde están. Antes de llegar a NPH, buena parte de su vida la pasó en varios hospitales de San Luis Potosí. En uno de ellos, conoció a una familia generosa que buscó la ayuda de Nuestros Pequeños Hermanos y la trajo a nuestra casa.
Tere sufre diversas enfermedades; las principales son artritis reumatoide (funcional clase 4) y Síndrome de Sjören; ésta última es una enfermedad auto inmune que afecta las glándulas salivales y lacrimales que producen humedad para el cuerpo. Sus males también impactan otros órganos, como pulmones, riñones y el sistema nervioso con síntomas como piel reseca, dolor articular, adormecimiento y tos crónica, entre otros.
La enfermedad de Tere es crónico degenerativa, lo cual significa que no tiene cura. Sin embargo, Tere recibe tratamiento médico para ayudarla a vivir con sus necesidades especiales más fácilmente. Las enfermeras reciben instrucciones estrictas para su alimentación, medicación e higiene. Recibe fisioterapia de una voluntaria y un terapeuta privado, además de un chequeo anual con un médico internista. «Tengo una buena relación con las enfermeras; especialmente con la de fin de semana, es como mi familia y hemos sido amigas durante más de 20 años.»
«Sin NPH no sé qué hubiera sido de mí,» dice Tere sonriendo. «Es mi casa. Los niños me visitan y platicamos de muchas cosas. Muchas veces me preguntan ‘¿cómo era el Padre Wasson?’ Todo lo que puedo decir es que me siento agradecida con él. Me motivó e inspiró para aprovechar las oportunidades que me ofrecieron. ‘Tienes todo aquí,’ me decía.»
A los 47 años, Tere está contenta en NPH, recuerda con cariño a todos los cuidadores, voluntarios, donantes y padrinos que ha conocido en sus 36 años en NPH. Le encanta asistir a los eventos como aniversarios, quinceañeras y las misas con el Padre Felipe.
«Vivo en la clínica de mujeres en Casa San Salvador. Las enfermeras y los doctores me apoyan, y además son mi familia. Yo trato de ser familia y un modelo a seguir para los niños, como el Padre Wasson fue para mí.»
Héctor y Tere son sólo dos de los miles de casos en NPH México, en que niños y jóvenes tienen acceso a un servicio médico profesional. Esto no sería posible sin la generosidad de los donantes, padrinos y recaudadores de fondos de NPH.
*Los nombres de los niños fueron cambiados para proteger su privacidad.
Apoye nuestros programas de salud. Haga una diferencia en las vidas de Héctor y Tere para ayudarlos a vencer sus obstáculos.