Mi año como voluntaria en NPH cambió mi perspectiva sobre la vida

Subtitle Text Area

Me llamo Stefanie Wirth, tengo 34 años y soy de Suiza. La decisión de colaborar con NPH surgió de una profunda necesidad de devolver algo de lo que tengo y valoro en Suiza. Quería dedicar mi tiempo y energía a una buena causa, especialmente a los niños que no tienen las mismas circunstancias privilegiadas que yo.

Subtitle Image Area

13 Sep 2024

Guatemala no era una elección desconocida para mí. Ya había conocido el país y su fascinante cultura en 2018. La naturaleza, con sus majestuosos volcanes, sus exuberantes paisajes verdes, sus lagos cristalinos y sus misteriosas lagunas, me cautivó de inmediato. La diversidad y la calidez del pueblo guatemalteco ya me habían conmovido en 2018. Siempre me ha fascinado la apertura y el sentido de comunidad de los países latinoamericanos.

Mi decisión de trabajar en NPH Guatemala como asistente de comunicaciones y voluntariado me permitió adquirir nuevas experiencias en redes sociales, fotografía y redacción de historias, así como compartir las historias y experiencias de los niños y jóvenes de NPH con un público más amplio. Fui responsable de documentar las actividades diarias a través de la fotografía, escribir informes y artículos para la plataforma internacional de NPH y gestionar los canales de redes sociales. Estas tareas requerían no solo creatividad y compromiso, sino también un profundo conocimiento de las necesidades e historias de los niños. El momento en que mi jefa y amiga, Sofía, se fue de baja por maternidad y yo pude asumir la responsabilidad fue particularmente desafiante e instructivo al mismo tiempo. Esta etapa no solo fortaleció mis habilidades de comunicación, sino también mi confianza en mí misma y mi capacidad de trabajar bajo presión. Aprendí a tomar decisiones de manera independiente y asumir responsabilidades, lo que me ayudó personal y profesionalmente.

Mi grupo de niños durante mi estancia en NPH Guatemala fue Juan Batista, la casa de los niños mayores de NPH. No solo pasé la mayor parte de mi tiempo aquí, sino que construí una conexión profunda con los niños. Ganar la confianza de estos jóvenes no fue una tarea fácil, pero cada día valió la pena. Las conexiones que hice son profundas y estoy convencida de que algunas durarán toda la vida. Compartimos no solo la vida cotidiana, sino también momentos de alegría, aprendizaje y desafíos. Aprendí mucho sobre sus sueños, sus miedos y sus esperanzas, lo que tuvo un impacto duradero en mi perspectiva de la vida. Hice muchas actividades diferentes con los jóvenes; cocinamos juntos, jugamos, tuvimos muchas conversaciones, bailamos, cantamos y reímos. Este año también invité al grupo a conocer el lago Atitlán y un parque acuático, ya que para mí es importante que salgan y experimenten cosas que normalmente no se dan por sentadas.

Este año en NPH Guatemala fue un tiempo de crecimiento personal y reflexión interior. Aprendí a practicar la paciencia, especialmente al tratar con niños y adolescentes que a menudo han tenido experiencias traumáticas y son lentos para abrirse. Desarrollé un profundo aprecio por los pequeños avances y momentos de felicidad que a menudo se encuentran en los simples momentos de estar juntos.

El ambiente multicultural en NPH fue otra experiencia enriquecedora. Aprendí a adaptarme a otras formas de pensar y vivir, y en el proceso, a consolidar mi propia identidad. Tratar respetuosamente con diferentes tradiciones y valores fue una experiencia educativa que fortaleció mi competencia intercultural y profundizó mi comprensión de las conexiones globales.

Por supuesto, un año en NPH Guatemala también trajo consigo desafíos emocionales. Fue una montaña rusa de emociones, caracterizada por altibajos, alegría y tristeza, esperanza y desesperación. La vida cotidiana en NPH era intensa y a veces abrumadora, pero aprendí a lidiar con estas emociones y a crecer a partir de ellas. Cada día era un recordatorio de lo preciosa que es la vida y de lo importante que es cuidarnos unos a otros.

Fuera de mi trabajo, también tuve la oportunidad de experimentar de primera mano la belleza y la cultura de Guatemala. Desde los coloridos mercados y festivales tradicionales hasta los impresionantes paisajes, Guatemala me ofreció una gran cantidad de impresiones y experiencias. La calidez y la hospitalidad de la comunidad guatemalteca hicieron que mi estadía fuera muy especial y me permitieron sumergirme más profundamente en la cultura y el estilo de vida del país.

Estoy profundamente agradecida con todas las personas que hicieron que mi año en NPH Guatemala fuera tan especial. Desde mi amiga y jefa Sofy y mis tíos/tías (tíos como los llamamos aquí) que me han apoyado, hasta los voluntarios que han vivido conmigo y han compartido todo, hasta los niños que han tocado mi corazón y enriquecido mi mundo, todos han ayudado a hacer de esta experiencia algo inolvidable. Me mostraron que la verdadera generosidad es dar de uno mismo sin esperar nada a cambio.

Esta experiencia en NPH Guatemala ha ampliado mi mentalidad y me ha mostrado lo que es realmente importante en la vida. Me ha fortalecido para defender la justicia social y los derechos de las personas y me ha animado a seguir activa en el futuro. Recomendaría a todos los jóvenes que tuvieran una experiencia como esta. Te abre los ojos a nuevas perspectivas, te da recuerdos y perspectivas inolvidables y ayuda a crear un mundo en el que todos los niños tengan la oportunidad de un futuro feliz y seguro.