Buen Retiro, Santa Cruz, Bolivia. – Nuestros Pequeños Hermanos Bolivia reafirma su compromiso, trabajando por las familias a través de su iniciativa “fortalecimiento familiar” con un enfoque particular en el empoderamiento de la niñez.
“Lo más importante para mí, es mi familia, me gusta cuidar a mi primita y pasar tiempo con mi tía Yaneth”, afirmó muy segura Merary*, una joven de 15 años de edad que en febrero de 2023 volvió a reunirse con su familia, gracias al programa de reintegración familiar de NPH Bolivia.
Merary* es la mayor de 3 hermanos, le sigue Melanie con once años y su hermanito menor Miguel*, de siete años. Todos ellos llegaron a la fundación en el año 2016, por disposición de autoridades de protección social.
Las desafiantes realidades para la madre y el padre expusieron a estos pequeños a situaciones de vulnerabilidad, las niñas, que, en ese entonces tenían cuatro y nueve años de edad. Ambas fueron encontradas en espacios de alto riesgo, mostrando una de ellas signos de trasgresión, que fueron denunciados por sus maestros de escuela; paralelo a ello, Miguel*, con nueve meses de edad fue entregado a una vecina de la comunidad y aunque prontamente fue rescatado por su abuela, las denuncias ya estaban hechas. Era deseo de la señora Leydi, que sus nietos permanecieran con ella, pero, las autoridades se lo negaron.
La llegada
Es así que, como medida de protección, el 22 de noviembre del 2016, Merary y Melanie fueron ingresadas a NPH Bolivia, llegando un mes más tarde, el 22 de diciembre, su hermano Miguel. Dadas las convivencias dentro de la fundación, que eran por edades y género, los hermanos fueron integrados a diferentes casas.
Los informes y la psicóloga del hogar describían a Miguel, como un niño introvertido, que respetaba las reglas de casa y figuras de autoridad, raramente mostraba entusiasmo por la escuela o las tareas y era bastante propenso a enfermarse, debido a un no desarrollo eficiente durante su primera infancia, puesto que, llegó al hogar con un cuadro de desnutrición.
A Melanie la describían como una niña, introvertida, callada y reservada, responsable con sus deberes, que logró adaptarse, tenía amigos y buena salud.
Merary, fue descrita como una adolescente extrovertida, espontánea y a raíz de sus vivencias, abierta con su sexualidad, con conductas que debían ser vigiladas.
Durante su estancia en NPH se evidenció el distanciamiento familiar entre los hermanos, sus dinámicas juntos, se limitaban a las actividades del hogar o las visitas de familiares que NPH gestionaba cada 3 meses para todos los beneficiarios de la fundación.
El proceso
“La verdad yo no quería la reintegración, era por mis hermanos”, reveló Merary. Y es que después de 7 años viviendo en NPH el proceso de reintegración de esta familia inició por Miguel, quien, al haber vivido para ese entonces, toda su vida en el hogar y debido a las falencias, en cuando a su proceso de aprendizaje y desarrollo en general, se vio factible y necesario. Esto tuvo frutos desde el primer contacto, siendo él un niño, con ausencia y deseos de figuras paternas, rápidamente conectó con su abuela y su esposo, a quienes hoy llama mamá y papá, al igual que sus hermanas.
“Hay mañanas en las que él se levanta y dice: –Mami, yo estoy feliz, he amanecido contento. –¿Por qué? –Porque estoy con usted”, cuenta la abuela Leydi, con una sonrisa, como Miguel les expresa cariño a ella y a la señora Yaneth, tía de los tres hermanos.
Para las hermanas mayores, el proceso de acercamiento y fortalecimiento del vínculo familiar fue más complejo, Melanie expresó en ese entonces su inconformidad, no quería vivir con su abuela. Y, por otro lado, Merary, ha pasado por esos sentimientos contradictorios, algo normal dentro del proceso de reintegración. Ella estaba satisfecha viviendo en NPH, le gustaba, se sentía segura, pero confesó que en algunos momentos también sentía tristeza, pues a veces quería visitar la casa de su abuela.
La reintegración:
Con el proceso avanzando legalmente, el equipo técnico se movió en paralelo a través de talleres de fortalecimiento familiar, desarrollo de niños, sexualidad, la escuela para padres, etc. Se preparó a toda la familia, a los tres hermanos, quienes al final optaron por ser reintegrados, a los abuelos y los tíos que residen también en el lugar.
Siendo así, con la disposición de los chicos y la responsabilidad asumida por parte de la familia, el 13 de febrero de 2023, por la audiencia judicial de reintegración familiar, la tutela de Merary, Melanie y Miguel pasó a la señora Leydi Montero.
“Se denota una mejoría a nivel físico, cognitivo y emocional, en apariencia corporal se les ve más robustos y altos”, expresa el trabajador social a cargo,
La felicidad es palpable en Miguel, sus maestros de escuela afirman que desde que llegó a su nueva escuela ha aprendido mucho. Y, por otro lado, la tía de ellos, Yanneth, expresa: “son muy cariñosas conmigo, Merary siempre me abraza, me besa, me dice que me quiere. Melanie, recién está teniendo esa confianza”. La abuela también contó acerca de los recuerdos más bonitos que ha acumulado durante estos meses de reintegración. “Ellas son muy apegadas, cuentan lo que les pasó en día, cuentan chistes y reímos juntas”, destacó doña Leydi.
Merary adora su nuevo colegio “es el lugar donde me siento más yo misma, tengo un grupo de amigas, hablamos, charlamos, nos contamos cosas y reímos”, contó. Además, agregó que le va bien académicamente, sintió un contraste al tipo de enseñanza que recibía en su antiguo colegio y siente que está aprendiendo mucho. Las conductas que antes debían vigilarse en el hogar han cesado. Ella afronta sus miedos y desafíos con positivismo, apoyando y motivando a sus hermanos.
Los tres hermanos ahora viven en la comunidad de Buen Retiro, en la provincia San Carlos, a 122 Km de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Su rutina durante la semana consiste en levantarse temprano, Merary va a la escuela durante las mañanas, pero antes desayunan todos juntos y cuando ella regresa, almuerzan con la familia. Por la tarde Miguel y Melanie se van a la primaria, y a la vuelta cenan todos juntos.
Gracias a los “proyectos semillas” de NPH Bolivia la señora Leydi inició un emprendimiento de Panadería, para tener un sustento fijo, las chicas suelen colaborar cuando tienen tiempo. El abuelo, por otra parte, suele salir a trabajar al campo.
La conexión emocional con el señor Roque, esposo de la señora Leydi, es la de un padre, él, sin parentesco sanguíneo, asumió toda la responsabilidad y afirma abiertamente “son mis hijos”.
La convivencia familiar y la reintegración, se califica hasta la fecha como “exitosa” según el equipo técnico a cargo. Aunque ha sido todo un proceso, reconforta saber que sus roces son comunes en una familia tradicional. Los chicos son conscientes de que se trata de aprendizaje y tolerancia, y sobre todo cuidado adecuado para su desarrollo. “Yo sé que a veces me regañas mami, pero es por mi bien”, expresa Miguel con una sonrisa.
Crear un ambiente familiar amoroso y seguro siempre ha sido parte de la filosofía de NPH. Y hoy, con un enfoque particular en el empoderamiento de la niñez, Nuestros Pequeños Hermanos reconoce el derecho a vivir en familia, y a estas como la base de la sociedad, entendiendo que el bienestar de los niños, niñas y adolescentes está íntimamente ligado al bienestar de sus familias.