Antes de llegar a NPH, Alicia* realizó sus estudios hasta el Sexto Grado en una escuela cercana a su casa, la cual está ubicada en un área rural del municipio de Texistepeque, a unos 7 kilómetros del hogar Sagrada Familia.
Ahí, sus primeros años transcurrieron con normalidad, sin embargo, en Tercer Grado comenzó a sufrir acoso escolar por parte de sus compañeros de clase, lo que la llevó a perder el deseo de seguir estudiando. ‘‘Ya no me sentía con ánimos, ni cómoda con mi cuerpo’’, comenta.
Alicia* tenía temor de decirle a sus padres lo que le pasaba y solamente les pidió que la dejaran faltar a la escuela. Pero su papá la motivaba constantemente a continuar y no renunciar a su educación: ‘‘Mi padre siempre me dijo que quería lo mejor para mí. Él me decía: ‘Yo quiero que entres a estudiar porque, si Dios quiere, algún día voy a verte graduada de la Universidad’’. Fue así que, gracias al apoyo de las maestras, tuvo la oportunidad de estudiar a distancia y finalizar el curso.
Al año siguiente, decidió retomar la escuela de forma presencial y, aunque el acoso escolar ya no le impedía avanzar académicamente, tuvo un pequeño desliz que significó repetir el Cuarto Grado en dos ocasiones; además, cuando su hermano menor nació, sus padres se vieron en la difícil decisión de dejarlo al cuidado de Alicia*, lo que ocasionó que perdiera otros dos años de escuela.
Finalmente, Alicia* regresó a estudiar en el año 2020 y, a pesar de los inconvenientes ocasionados por la pandemia del COVID-19, avanzó al Quinto Grado. Pero cuando su mundo comenzaba a retomar la normalidad, ocurrió un desafortunado suceso que impactó su vida.
La despedida de un padre
En el año 2021, el padre de Alicia* falleció, quedando solamente ella, con su madre y su hermano.
Esto supuso un claro desbalance en su familia, no solo emocional, sino también económico, ya que su padre era quien llevaba el principal sustento. Por lo tanto, Alicia* se vio en la necesidad de apoyar a su madre en los gastos del hogar. ‘‘Yo faltaba mucho a la escuela porque le ayudaba a mi mamá a vender frescos. Igual con una señora salía a vender verduras para ayudarle a mi mamá’’.
Además, ella enfrentó el dolor tras la pérdida de su padre y la desesperanza en su vida futura: ‘‘Cuando falleció mi papá, yo me cerré que no quería estudiar porque su pérdida fue muy dura para mí. Estaba a punto de cumplir quince años cuando él falleció, entonces pensaba que sin él no iba a poder’’. Fue entonces, que muchos se acercaron a ella para animarla y recordarle el deseo de su padre de verla convertida en una profesional.
Pero con la falta de oportunidades en su entorno, Alicia* no estaba segura de qué camino tomar, hasta que su familia le habló de Nuestros Pequeños Hermanos El Salvador.
La oportunidad de comenzar de nuevo
Alicia* conoció acerca de NPH en el año 2023, gracias a la recomendación de unos primos que también forman parte del centro escolar.
Sus tías le aconsejaban con insistencia que solicitara información para que ahí pudieran ayudarle en todo lo que ella necesitaba. ‘‘Ahí le ayudarían con lo de la sobreedad, con todos los exámenes para que avance de grado, le brindan ayuda psicológica, no sufrirá de bullying, los maestros son excelentes y hay muchas oportunidades porque es una alumna muy inteligente’’, le decían ellas a su mamá.
Fue así que Alicia*, muy entusiasmada, pidió a su mamá averiguar más sobre ese lugar: ‘‘Yo quiero ver NPH, quiero conocerlo y ser parte. Hay que investigar más y ver si me dan la oportunidad de entrar ahí’’.
En enero de ese mismo año, iniciaron el proceso para poder ingresar a la escuela y, tras un mes de espera, Alicia* recibió la noticia que tanto estaba esperando.
Iniciando el Séptimo Grado, ella pudo adaptarse muy rápido por la ayuda que todos le brindaron: ‘‘Cuando vine por primera vez sí sentía raro ser ‘la nueva’, pero me siento muy agradecida con mis compañeros de salón y con los maestros porque desde el primer día me hicieron sentir bien y nunca he tenido problemas con ellos’’.
Al igual que Alicia*, su hermano menor (quien tiene solamente 6 años) también estudia en NPH. Y ambos reciben los múltiples beneficios que la fundación ofrece: alimentación, atención médica, apoyo psicológico, actividades recreativas y, especialmente, el servicio de transporte, ya que desde donde ellos viven tienen que caminar 30 minutos hasta llegar al punto específico en donde los recoge el autobús que los lleva hasta el hogar. Según ella lo describe en su rutina diaria: ‘‘Me levanto a las 4:30 de la mañana para alistar todo. Salimos a las 6:00 para llegar a las 6:30 a la entrada de la calle, en donde el bus nos recoge y nos lleva a NPH’’.
Un futuro lleno de esperanza
Gracias a NPH, Alicia* también logró nivelar su grado escolar a través de la Prueba de Suficiencia. ‘‘Me siento agradecida con Dios por haberme brindado la oportunidad. Estoy contenta de pasar inmediatamente a Noveno Grado, ha costado, pero es un gran logro’’, expresa.
Además, ahora que está próxima a graduarse, ella manifiesta la dicha que siente por ser parte de la gran familia de NPH: ‘‘Me siento orgullosa porque cuando me pregunten de dónde saqué mi Noveno Grado, orgullosamente voy a decir que de NPH’’.
El sueño de Alicia*, tras finalizar el Bachillerato, es poder estudiar Medicina para convertirse en una pediatra. Y, a pesar de los momentos de desánimo que a veces se presentan, agradece a las personas que siempre están ahí aumentando su fe: ‘‘Hay momentos en los que uno se derrumba y cree que no lo va a lograr. En mi caso, cuando me sentía así, me acercaba a la maestra Karen y ella me decía que creía en mí y que me iba a ayudar a graduarme de Noveno Grado. Y me decía que en un futuro me verán regresar a NPH a dar consultas cuando yo sea una pediatra’’.
En NPH, Alicia* ha encontrado una familia que no solo la impulsa a ser una mejor alumna, sino que está ahí para ella cuando lo necesita. Ahora, más que nunca, está decidida a salir adelante con el apoyo de NPH y no darse por vencida en su sueño de ser una gran profesional. ‘‘Mi meta, desde chiquita, es poder graduarme de la Universidad y, en un futuro, ser yo la que le ayude a mi familia y, si Dios me permite, darles una mejor vida’’, explica.
-Cada año, NPH sigue poniendo más oportunidades al alcance de la niñez y juventud salvadoreña, demostrando que una educación integral se construye, en primer lugar, con un espacio armonioso y seguro donde todos sean apoyados y escuchados.
¡Anímate a ser parte de esta gran familia y, juntos, sigamos promoviendo los derechos de los niños y niñas!
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