Inicios del centro escolar en NPH 

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Ella recuerda que inició con 12 niños de distintas edades. Pero, a lo largo del año, cada vez iban llegando más y más niños, por lo que tuvo el reto de acoplarlos según su nivel educativo.

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Liliana acababa de egresar de la carrera de Profesorado, pero deseaba continuar sus estudios como Licenciada en Educación Especial. Fue así que estaba en la búsqueda de un lugar que le permitiera poner en práctica lo aprendido y seguir estudiando al mismo tiempo. Luego de ver un anuncio en el periódico, se presentó a NPH y, tras una entrevista con el director nacional de ese tiempo, Olegario Campos, inició sus labores un 04 de julio del año 1999. 

Ella recuerda que inició con 12 niños de distintas edades. Pero, a lo largo del año, cada vez iban llegando más y más niños, por lo que tuvo el reto de acoplarlos según su nivel educativo. Los dividió en grupos de acuerdo a los conocimientos que ellos traían y consiguió todo el material didáctico que ellos necesitaban. 

Terminó el año con aproximadamente 40 niños y fue, desde ahí, que inició la misión de establecer una escuela formal.  

Se comenzaron los trámites para legalizar la escuela, asimismo, se buscaron donaciones de mobiliario como: pupitres, mesa y bancas. Se adquirió un local y se adecuó cada salón de clases. Finalmente, el Centro Escolar Católico Nuestros Pequeños Hermanos fue inaugurado en el año 2000 con 50 niños, 3 maestras y 1 profesor. Y, por decisión del director nacional, Liliana fue nombrada directora de la escuela. 

Poco a poco, más niños fueron ingresando, y la demanda de nuevas instalaciones y nuevos grados iba creciendo. ‘‘Estuvimos en 4 locales diferentes porque buscábamos lugares en base a la cantidad de niños y de secciones que íbamos teniendo la necesidad de abrir, hasta que en el 2003 ya nos trasladamos aquí (ubicación actual del Hogar Sagrada Familia), y en el 2004 empezamos ya el año escolar’’, explica Liliana. 

Una Labor Multifacético 

La vocación de maestra Liliana nació del deseo de estudiar Psicología, sin embargo, al no poder concluir ese anhelo, decidió seguir el camino de la educación personalizada. Asimismo, siempre sintió pasión por la administración y la organización. Y, todas esas habilidades combinadas que ella poseía, la hicieron una buena candidata para ocupar el puesto de directora escolar por 22 años. 

Además de desempeñar ese cargo, apoyaba en la coordinación de otras áreas como: psicología, talleres vocacionales (sastrería, obra y banco, carpintería y panadería) y la preparación de los Sacramentos (Bautismo, Eucaristía y Confirmación). 

‘‘Trabaja dos turnos: uno en la mañana, en escuela, y en la tarde me dedicaba a esas otras áreas. Todo el trabajo se hacía simultáneo, por eso es que yo tenía el apoyo de dos subdirectoras porque no alcanzaba a cubrir todo’’, aclara Liliana. 

Sin embargo, luego de varios años siendo directora, Liliana pensó que era tiempo de dedicarse a otra área. ‘‘He disfrutado mucho mi trabajo en esa área, pero también llegó un momento en el que sentí que ya era tiempo de hacer algo diferente, entonces opté por dejar la dirección. Pero pedí si podía quedarme siempre en este lugar. Fue entonces que se abrió la oportunidad de estar en el aula DAI’’. 

Liliana se sintió entusiasmada de poder asumir ese nuevo rol, ya que iba a poder poner en práctica sus conocimientos como maestra. 

Luego de laborar un año en esa área, le surgió una nueva oportunidad en el terreno de la subdirección y, desde julio de 2023, es el puesto que ella desempeña. 

Ante la oportunidad que ella ha tenido de estar en diferentes ocupaciones, reconoce que la sabiduría es muy necesaria para poder reconocer cuándo es el momento de dar paso para que otras personas puedan ‘‘brillar’’ y poner en marcha nuevas ideas. Más allá del cansancio que pueda existir, también se trata de ser humildes y reconocer que nuestras fortalezas y debilidades pueden aprovecharse de otras formas distintas. ‘‘Hoy por hoy, me veo en este trabajo y, si requieren de mis servicios y puedo ser útil en otra área, no me da miedo, aceptaría el reto’’, concluye. 

Comprometida con la causa

Al estar casada con un Hermano Mayor, Liliana ha podido conocer de primera mano el sentir de la obra del Padre Wasson. Y eso la ha llevado a ser fiel a la labor de NPH, más allá de las personas que van y vienen. 

‘‘Mi visión es la visión que tenía el Padre Wasson. Servir es mi deseo. Querer estar aquí, sabiendo que, un día, por mi esposo hubo personas que lo dejaron todo para que él se pudiera formar. Entonces, ahora yo quiero ser una persona que haga eso por otras personas, porque veo los frutos de él en su corazón. Y si yo puedo contribuir para que niños y jóvenes sean ese tipo de adultos, yo quiero ser parte de eso’’. 

Un recuerdo que Liliana guarda de su acercamiento con el Padre Wasson es una interacción que él tuvo con dos niños que, en ese entonces, presentaban algunos problemas de conducta. Sin embargo, contrario a la llamada de atención que muchos esperaban, el Padre se acercó a ambos niños, les dio un abrazo y les dijo: ‘‘Esta es su casa, esta es su familia, nadie los sacará de aquí, pero hagan lo posible por mejorar’’. 

Y, en historias como esta, Liliana encuentra reflejada su fe hacia la misión del padre. ‘‘Él era muy compasivo, muy de pensar: ‘¿Echaría a mi hijo de la casa porque se porta mal? No, al contrario, lo va a apoyar más para que cambie’. Al final, los niños mejoraron y permanecieron en el hogar’’, relata ella. 

NPH MARCANDO LA DIFERENCIA 

Para Liliana, NPH ha podido servir a las familias salvadoreñas por distintos factores que marcan la diferencia. 

Uno de ellos es el enfoque en una educación integral a través de un programa de estudio que profundice en las habilidades de los niños y niñas. Liliana lo explica de la siguiente manera: ‘‘A veces hay personas que no son buenas para el estudio, pero tienen otras habilidades: para la oratoria, para bailar, para recitar, para un deporte, etc. Entonces, si esa persona desarrolla esas habilidades, aunque no sea un excelente estudiante, va a ser un mejor ser humano’’. 

Otro factor es el empoderamiento del personal, ya que esto les permite proyectarse de mejor manera y hacer su trabajo encaminado hacia una misión. ‘‘Nuestro trabajo siempre ha sido enfocarnos en escuchar al personal, escuchar sus ideas, y que estén en un ambiente en que se sientan cómodos con los recursos que les podemos ofrecer’’, explica. 

Una Carrera al servicio de los demás 

La manera en la que Liliana resume su labor dentro de NPH es como ‘‘un servicio a Dios a través de los niños y jóvenes’’, con el cual ‘‘se le entregan personas a la sociedad’’. 

Su agradecimiento se extiende a la oportunidad de laboral en un lugar que no gira en torno a metas económicas, un lugar en el que no se trata solo de cumplir un horario o desarrollar un programa, sino de ayudar a los niños y jóvenes a que descubran todo el potencial que tienen como seres humanos y eso lo pongan al servicio de los demás. 

Y ella puede comprobar los frutos de esta profesión en su propia familia, y en todas aquellas personas que han decidido servir a través de su trabajo. 

Ayúdanos a seguir formando niños y jóvenes integrales, que puedan servir con amor a la sociedad salvadoreña. 

Súmate con tu donación o leyendo más sobre esta gran labor.