Soy José Cabrera, soy el coordinador de proyectos, pero también trabajé en el equipo técnico de reintegración familiar durante un año y dos meses, en ese plazo junto a mi colega logramos reintegrar siete familias, conformadas por quince niños, niñas y adolescentes (NNA).
Considero que el programa de reintegración familiar es un trabajo muy laborioso y bastante completo. Hacer el diagnóstico, el acompañamiento, el seguimiento post reintegración y el empoderar a las familias es bastante importante y todos los trabajadores dentro de este programa tienen que estar convencidos que la mejor forma de crecer es en familia.
El caso que más me ha emocionado y me ha demandado mucho trabajo, es el de una familia de tres hermanitos. Recuerdo que es un caso que ingresó el 8 de julio de 2022, con las referencias de que el padre había fallecido hacía dos años y la madre había abandonado el hogar hacía doce años. Según los informes de defensoría, los tres hermanos no contaban con ninguna referencia familiar a futuro, cualquiera diría que estos chicos se iban a quedar en la fundación. Sin embargo; a través de una investigación profunda, a través de entrevistas a los vecinos donde vivían los chicos, se pudo identificar nombres de algunos familiares que radicaban en una comunidad muy lejana llamada Raqaypampa. Fue todo un reto ir hasta este lugar, hacer la búsqueda, tomando en cuenta la falta de disposición a brindar información por parte de la comunidad, dado que tienen una autonomía indígena originaria campesina, es realmente un tema cultural. Teníamos solamente seis nombres que ni si quiera eran confirmados, se hizo rastrillaje, se hicieron afiches de búsqueda, que se llevaron a la radio de la comunidad, a la iglesia, en la OTB (Organización Territorial de Base), y a raíz de estas iniciativas se pudo encontrar a la familia. Los tres hermanos se mostraron dispuestos a la reintegración, indicando que hacía doce años no encontraban a su familia y ellos no sabían de los jóvenes.
Ese fue un gran trabajo. Cambiar el comportamiento de los niños, orientarlos a que se reintegren, fue algo radical. Mudarse de una comunidad a otra muy lejana, fue bastante fuerte, la adaptación fue laboriosa. Y esto ha significado mucho para mí.
Cuando se dio la reintegración de esta familia, sentí alivio, sin embargo; me enfrentaba a un nuevo trabajo: sostener una reintegración familiar. Esto es mucho más difícil que el proceso de reintegración. Durante los procesos, los primeros encuentros son como una luna de miel, muy dulce, la familia se quiere, se ama, la convivencia es muy hermosa, pero ya después que se reintegran, es donde se denotan las diferencias que tienen unos con otros, entonces es ahí donde hay que hacer el sostén, la contención de que la reintegración no decaiga.
Actualmente están mucho mejor, están en un año de convivencia familiar. En este momento se encuentran bien, óptimos, se han integrado a la dinámica, saben cuál es su rol dentro de la familia; y sí, existen falencias y dificultades, pero se siguen trabajando.
Haciendo una comparación de cómo era en el pasado, ha cambiado totalmente el comportamiento de estos adolescentes, desde que no querían ni dar la mano, hasta ahora que me dicen ‘’licenciado’’ con armonía. Hoy tienen más establecido el respeto; antes no querían ni que se les viera la cara, se tapaban con gorra, con mascarilla, y en cambio hoy están más formados, tienen mayores relaciones sociales, son más liberales, hablan mejor, con mucho respeto. La forma en que su tía los trata, es muy positiva es muy energética, su forma de apoyarlos realmente refleja el cariño de una madre.
Todo este proceso ha sido muy fuerte, desde buscar a los familiares, facilitar las salidas de relacionamiento, constantemente viajar con los niños, hacerme cargo de los tres, contenerlos de los mareos del viaje, que se porten bien, que hagan caso a sus familiares, que no les pase nada. Ahora que los veo de esta forma, que te ayudan, te apoyan, te hablan con total normalidad, te cuentan sus emociones, tienen esa confianza contigo de contarte sus momentos difíciles, positivos, y también ver como de a poco tienen una autonomía progresiva, me reconforta muchísimo. Pero el trabajo no queda ahí, hay ciertas necesidades que aún tiene la familia en cuanto a condiciones habitacionales que sería muy hermoso trabajar a través de un proyecto semilla.
Me gusta esta iniciativa de reintegración porque trabaja desde un enfoque de derecho. Esto te presiona bastante en tema de resultados, pero también te das cuenta que estás restituyendo derechos que fueron vulnerados durante varios años. Esta es una transformación enorme, y creo que si todos impulsamos el mismo objetivo, yo creo que se pueden lograr grandes cosas. Se puede cambiar realmente la vida de estos niños, niñas y adolescentes y proyectarles un mejor futuro, más productivo, con mejores oportunidades y siempre acompañados de su familia.
Me gusta la misión de NPH, los objetivos que tenemos enmarcados son bastante integrales, Yo lo llamo holístico, porque abarca todo y creo que debemos seguir en esa mirada, en esa dirección, pues nos da mayores oportunidades de mejorar y progresar.