La familia se construye con amor y paciencia

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El amor y la paciencia son la clave para formar integralmente a la niñez y la juventud de NPH Honduras, y es precisamente esto lo que le ha permitido a Teresa, educadora del hogar, potenciar las habilidades y talentos de los beneficiarios.

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22 Dic 2022

Escuchar su tono de voz, sereno y pausado, hace que quienes le rodean experimenten el verdadero significado de la calma. Su paciencia es el don que hace posible que la población infantil que ha tenido la oportunidad de cuidar y educar, la recuerden y estén dispuestos a ayudarla siempre que lo necesite.

María Teresa Hernández de 36 años, es originaria de una comunidad cercana a NPH Honduras – Rancho Santa Fe, llamada El Guante, del municipio de Cedros en Francisco Morazán, Honduras. Creció en una familia numerosa, llena de amor, pues los nueve hermanos se cuidaban entre sí cuando sus padres no estaban cerca, por eso desde muy pequeña se sentía muy cómoda de rodearse y compartir con otros niños. En secundaria, comenzó a prestar un servicio dentro de la Iglesia Católica como catequista de Primera Comunión, coordinadora de grupos y líder en comunidades juveniles, e incluso de adultos. Al finalizar sus estudios se dedicó en su totalidad a estas actividades.

La atención y dedicación que desde siempre ha tenido con los más pequeños fue lo que hizo que alguien le recomendara para aplicar a una vacante en NPH Honduras. “Una persona que trabajaba aquí me comentó la filosofía, misión y la labor que realizan, pues había notado que desde siempre me ha gustado trabajar con niños y supo que este sería un trabajo que disfrutaría mucho”, relata Teresa. Luego de un mes de dejar su hoja de vida, inició una semana de voluntariado en los hogares y al terminar se integraba como una de las ‘’tías’’, como cariñosamente le nombran a las educadoras. “Este fue mi primer empleo desde que salí del secundaria. Empecé en Casa Suyapa, la casa de niños de 0 a 8 años de edad, y cuando se abrió Casa Madre Teresa, que atiende niños de 9 a 12 años, me integré a este equipo junto con tía Iris, Q.D.D.G..”, comparte.

Iris Salinas, fue una de las cuidadoras que por muchos años sirvió a los pequeños y pequeñas en NPH Honduras. Su fallecimiento en julio del presente año dejó un enorme vació en la familia NPH, quien la recuerda con mucho amor y cariño, mismos que ella sembró, pues gracias a ella la vida de muchos fue transformada y sus enseñanzas, hoy en día, siguen aplicándose. “La admiré mucho, su amor era incomparable para todo NPH. Fue una gran mentora de quién aprendí acerca de cómo educar a los niños, y es precisamente de ahí que viene el éxito en cuanto a la formación integral. Esto es algo que se debe trabajar hombro a hombro, en equipo entre todos los cuidadores.”

“Si ellos están bien, todo está bien”

Para NPH el bienestar de los más pequeños es lo más importante y “Tía Tere”, como le llaman los niños, lo sabe bien, pues “si ellos están bien, todo está bien”. Para lograrlo, “estamos pendiente de sus tareas, salud, alimentación y el cumplimiento de sus deberes en el hogar. Para mí una de las actividades que no se debe descuidar es el tiempo de recreación. Por eso los niños al terminar sus asignaciones salen a jugar y es de las actividades que más disfruto hacer con ellos”, dice mientras sonríe.

La educación es vital para la niñez y la juventud en situación de vulnerabilidad, pues es lo que les abre las puertas para romper el ciclo de la pobreza, situación que enfrenta más del 60% de la población hondureña. Es por ello que, como parte de los programas de NPH, los niños y niñas cuentan con apoyo adicional de tutorías y atención que se ajusta a sus necesidades. Todo esto se complementa con la labor que los tíos y tías hacen en los hogares. “Ver sus logros y metas cumplidas al final del año escolar es tan solo uno de mis objetivos. Quiero que los niños y niñas sean personas de éxito y hago todo lo que puedo para que se logre. Me siento satisfecha de ver el fruto de los esfuerzos que hacemos todos los días.” menciona Tía Tere con orgullo.

Todo se logra con paciencia y amor

Un recibimiento con los brazos abiertos, sonrisas y saludos en las llamadas durante los tiempos en que Tía Teresa está fuera, son algunas de las demostraciones de cariño y señales de que el amor que les ha dado a los beneficiarios del hogar está siendo cosechado. “Ellos son parte de mi familia y los trato con el mismo amor que a mis hijos. Si hay algo que quiero que recuerden siempre es que todo se logra con paciencia y amor, no hay que ser agresivos para corregir. Crecí en una familia amorosa y sé que no es necesario el maltrato para enseñarle a los demás”.

El amor que ella misma da en grandes cantidades, es el mismo que la ha hecho sentir parte de la familia de NPH y superar el reto de estar lejos de su familia por largos periodos de tiempo. “De a poco me fui integrando y ahora para mí no hay diferencia entre esta familia y la que tengo afuera”, comenta Teresa.

Sin duda, la niñez y la juventud de NPH es capaz de desarrollarse integralmente gracias a la entrega de los tíos y tías, y un equipo multidisciplinario que labora en el hogar. NPH es un ambiente seguro y sano, en el que pueden acceder a oportunidades que potencien sus habilidades y les permiten convertirse en grandes mujeres y hombres, ser agentes de cambio para la sociedad.

¿Te gustaría formar parte de esta gran familia? Conocé aquí hacerlo: https://nph.org/how-to-help/