SUEÑOS QUE CRECEN EN NPH
Nathanael* es un chico de 14 años, lleno de sueños y curiosidad por el mundo. Desde 2017, forma parte de Nuestros Pequeños Hermanos (NPH) El Salvador, en donde ha encontrado un ambiente de amor, respeto y compañerismo. Disfruta asistir a la escuela y aprender, especialmente en sus materias favoritas: Ciencias y Matemáticas. Su gran ilusión es convertirse en astrónomo, pues le fascinan el universo, los planetas y todo lo que existe en el espacio.
Pero en NPH también ha descubierto un talento especial: la panadería. Desde hace unos meses participa cada tarde, de lunes a jueves, en el taller vocacional, donde ha aprendido a preparar recetas como pizzas, pasteles, panes de hojaldre y más. Estas habilidades no solo han enriquecido su crecimiento personal, sino que también le han inspirado para apoyar el negocio de su familia.
Nathanael* tiene claro que quiere llegar lejos. Sueña con ser un profesional y devolver a su familia todo el amor, apoyo y esfuerzo que han invertido en él. Su espíritu servicial, su dedicación al estudio y su capacidad de soñar en grande lo convierten en un ejemplo para muchos. Y el testimonio de su familia refleja el amor, la unidad y el esfuerzo que sostienen a innumerables hogares salvadoreños, así como el impacto que puede tener el apoyo de instituciones como NPH.
LA VOZ DE UNA MADRE: UN TESTIMONIO DE AMOR, ESFUERZO Y GRATITUD
Entramos a Nuestros Pequeños Hermanos El Salvador por medio de mi hermano, quien trabajó durante 14 años como Director de la Casa de Niños, y por medio de mi cuñada, quien es Hermana Mayor.
Cuando iniciaron los proyectos del Centro de Bienestar Infantil (CBI) y Becas Comunitarias Padre Wasson, junto a mi esposo decidimos inscribir a Nathanael* en Kinder 6, y ha estado ahí desde entonces, hasta su actual Octavo grado. Con el tiempo, inscribimos a nuestros otros dos hijos.
La principal razón por la que solicitamos apoyo de NPH fue para poder trabajar sin tener que descuidarlos, ya que los niños están en la Fundación toda la mañana y parte de la tarde. Ese horario le permite a uno dedicar tiempo al trabajo y luego compartir con ellos el resto del día.
NPH es único, porque en otros lugares, por ejemplo, en las escuelas regulares, terminan clases al mediodía, y entonces uno tiene que ver cómo estar con ellos.
Nosotros estamos más que agradecidos con NPH, porque nos ha dado la oportunidad de sacar a nuestros hijos adelante. Es una bendición, porque ellos reciben todo: alimentación, educación, transporte, atención médica, etc. Y a uno, como padre de familia, eso le ayuda bastante.
Antes de NPH, yo no trabajaba, porque ellos estaban pequeños y había que estar más pendiente de su cuidado. En ese momento, solo mi esposo era el sostén de la familia; él trabajaba como cajero en un banco y yo me dedicaba totalmente al hogar y a los niños. Luego, gracias a la oportunidad que nos dio NPH, pude emprender mi negocio, con el propósito de darles una mejor vida.
Este sueño de emprender comenzó cuando estaba embarazada de Nathanael*. En ese entonces, se me dio la oportunidad de trabajar con alguien que vendía panes, y con el tiempo me fue gustando el negocio. Ahora, ya con mi esposo, decidimos emprender por nuestra cuenta.
Arrancar con un negocio es un sueño, pero a la vez no es tan sencillo: conseguir la clientela, a veces aguantar sol o lluvia, entre otras cosas. También es difícil cuando las ventas están bajas; hay días buenos y otros no tan buenos.
Recuerdo que mi primer carretón solo era de panes, y también vendía refrescos naturales. Nuestra primera inversión fue de quince dólares: compramos media libra de carne, cincuenta panes, un jamón y medio repollo. Ya de ahí, con lo que se vendió esa primera vez, fuimos comprando un poquito más. Luego, gracias a Dios, se nos dio la oportunidad de comprar un carretón más grande, que ya incluyera tortas y hamburguesas.
Trabajamos de lunes a sábado, de 9:00 a.m. a 6:00 p.m., y los miércoles, jueves y viernes nos trasladamos a una cancha de fútbol que queda cerca, de 6:00 p.m. a 10:00 p.m. Los sábados, de 6:00 p.m. a 9:00 p.m., hacemos pupusas. Eso lo hago con ayuda de mi mamá, que fue quien tuvo la idea de iniciar esa otra parte.
Hace unas semanas también emprendí con la fruta. Mi esposo se queda en el puesto y yo salgo a venderla. La llevo en una canasta y camino por distintas calles hasta terminarla. Recuerdo que en una ocasión regresé sin nada, y noté en la cara de Nathanael* una expresión de orgullo que me llenó de satisfacción. Eso me hizo pensar: “No estoy haciendo las cosas mal con mis hijos”.
Incluso, cuando no han tenido clases en la escuela, Nathanael* me ha ayudado a vender, ¡y vende todo! Él es un niño muy servicial con nosotros: si hay que ir a comprar, nos acompaña; los días que trabajamos hasta tarde, nos ayuda preparando la cena para sus hermanos o limpiando la casa. También es muy amoroso, y pienso que es un ejemplo para otros niños, pues es muy responsable de sus cosas, tanto en tareas del hogar (lavar su ropa, ordenar su habitación) como en las de la escuela. Es un niño muy aplicado y estudioso; en la pasada entrega de notas obtuvo las mejores calificaciones de su salón.
En general, a mis tres hijos trato de inculcarles el respeto por los demás y el ayudar a las personas que lo necesiten. También que, a través de nuestro ejemplo, vean lo que es el trabajo, pero que lo principal son los estudios, porque así obtienen las herramientas que necesitan para salir adelante en la vida.
Una de las cosas particulares que Nathanael* ha aprendido en NPH y con la que nos ha apoyado es lo que ha aprendido en el Taller de Panadería. Él me dice: “Mami, yo te voy a hacer el pan”. Trae muchas ideas: hornear pizzas, chilenas, pan de hojaldre, postre tres leches, entre otras más. Entonces, eso nos pone a pensar en cómo podemos expandir un poco el negocio con los conocimientos que él va adquiriendo.
Pero, en un futuro, lo que más me gustaría es verlo graduado de su Bachillerato y luego de la Universidad, que tenga su carrera y sea un profesional. Que pueda salir adelante por sus propios medios, con un buen trabajo. Y mientras tanto nosotros le daremos todo el apoyo para que él estudie lo que quiera. Quiero que él llegue más lejos que nosotros.
A quienes donan a NPH, e incluso a quienes aún no se han decidido a formar parte de la misión, les quiero decir: apoyen esta hermosa labor que realiza NPH, porque ayuda a familias como la nuestra, emprendedoras, a criar a nuestros hijos con las oportunidades educativas que brinda. Gracias a NPH, muchos niños están saliendo adelante. Mi hijo está a punto de llegar a Noveno grado, y es debido al apoyo de NPH.
La verdad es que, si no fuera por esta institución, no sé qué haríamos. Porque en las escuelas de aquí es difícil encontrar un apoyo como el de NPH.
Les pido a todos que se unan a esta hermosa labor para que más niños puedan tener más oportunidades educativas y conocer todo lo bueno que tiene la Fundación.
En Nuestros Pequeños Hermanos creemos en el potencial de cada niña, niño y joven. Los empoderamos a través de la educación, el acompañamiento integral y un entorno lleno de valores, para que descubran sus talentos, crean en sus sueños y crezcan con la confianza de que pueden transformar su futuro y el de su comunidad.
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