Recuerdo que llegué a Nuestros Pequeños Hermanos (NPH) El Salvador en mayo de 2016, por medio del Juzgado de la Niñez y Adolescencia. En ese entonces, mi familia atravesaba dificultades, por lo que la mejor opción para el juez era enviarme a NPH.
Llegar a NPH fue muy fuerte para mí. Tenía solo 10 años y temía ser vulnerado nuevamente. Lo más difícil era sentirme solo: había pasado por cinco hogares antes de NPH y, en ese momento, me veía a mí mismo como un chico inferior a los demás por no tener una familia.
Un nuevo comienzo en NPH
Pero todo eso cambió cuando entré a NPH. Una de las personas que más me ayudó fue uno de los tíos de esa época, Marvin Guardado. Para mí fue un gran ejemplo: en su disciplina, en su forma de cuidar a cada niño, joven o encargado de la sección de los chicos; tenía un carácter fuerte, pero admirable, buscaba soluciones a los problemas y nos inculcaba los valores de NPH. Sin duda, su empatía —y la de tantas otras personas que trabajan en NPH— fue una de las cosas que más marcaron mi vida.
Ahora que soy mayor, reconozco mejor la labor de todos en NPH, en especial, de nuestros educadores (los tíos y tías). Son personas que se destacan por entregar gran parte de su vida a esta familia, que siempre buscan lo mejor para cada niño y joven, se preocupan por hacernos sentir en familia y, sobre todo, en cada problema están ahí para ayudarnos a corregir alguna decisión equivocada o actitudes que necesitamos mejorar, y nos guían por un camino bueno, lleno de mejores decisiones para el futuro.
Actualmente, vivo en la Casa Juvenil y curso mi primer año de universidad en la carrera de Mercadeo y Negocios Internacionales. Al inicio, me sentía un poco inseguro y temeroso, pues me preocupaba no tener la certeza de qué carrera escoger. Pero gracias a la orientación del equipo de psicología de NPH, logré enfocarme y decidir la carrera en la que podía destacar mejor. Antes de comenzar la universidad, también me preparé para organizar mi tiempo de estudio y de descanso, de manera que pudiera equilibrar todas mis responsabilidades.
Creciendo con valores y propósito
Esta transición me llena de satisfacción, me doy cuenta de que la vida está hecha de etapas y lo mejor es disfrutar cada proceso. También, este cambio me da la oportunidad de ver cómo es la vida fuera de NPH y reconocer que hay cosas que debo seguir aprendiendo. Poseo muchos conocimientos, pero sé que necesito prepararme más a nivel personal y profesional, practicando siempre los valores de NPH y el servicio al prójimo.
A pesar de que estoy comenzando una vida más independiente, me gusta mantener el vínculo con todos los chicos del hogar. Me considero un joven activo, solidario y sincero, cualidades que me han ayudado mucho a conocer amistades, a adaptarme a cada nuevo reto y a mantener una buena relación con los compañeros y jóvenes dentro de NPH.
Cuando tenemos actividades en familia, mi objetivo siempre es compartir tiempo con los más pequeños, regalarles un poco de mi felicidad e ilusión. Hablamos de todos los buenos momentos que vivimos en familia: las tardes recreativas, las Quinceañeras, graduaciones… Son todos recuerdos especiales y únicos de NPH.
Soñar en grande, dar en retorno
Si pienso en el legado que me gustaría dejar a los más jóvenes, sería inspirarlos para que no dejen apagar sus sueños. Quiero motivarlos a que estén llenos de propósitos y que siempre lleven a la par la mente y el corazón. Si pudiera darles un consejo, les diría que, sin importar la edad, siempre busquen apoyo en los mayores o en los colaboradores de NPH; que disfruten cada etapa dentro o fuera del hogar y, sobre todo, que valoren las oportunidades que aquí se les brindan.
También he llegado a establecer buenas relaciones con algunos Hermanos Mayores y he recibido consejos de su parte para seguir adelante con mis objetivos y sueños, ya que ellos han pasado por la misma situación y nos dan recomendaciones para tomar mejores decisiones.
En los próximos años, me veo finalizando mi carrera y comenzando prácticas para mi mundo laboral, generando experiencia y capacitándome para otras oportunidades de trabajo relacionadas con mi profesión.
Además de mis metas académicas, uno de mis sueños siempre ha sido ser un jugador de fútbol profesional. Es algo que estoy cumpliendo gracias a la oportunidad que tuve el año pasado durante el Torneo Internacional de Fútbol de NPH en Guatemala. Allí gané una beca patrocinada por personas de NPH España, y con eso puedo cumplir este sueño que tiene todo joven apasionado por el fútbol.
Si pudiera enviar un mensaje a todas las personas que me han apoyado en NPH a lo largo de los años, les diría: gracias por haber confiado en mí desde el día uno. Sobre todo, a una colaboradora muy especial que es como mi segunda madre: la coordinadora del área de psicología, licenciada Glenda. Y también a otras personas que, en su momento, me dieron apoyo, fuerza y ánimos cuando más lo necesité y que, de no ser por ellas, no hubiese logrado muchos de mis sueños o aprendido a formarme como persona.
Lo más importante que he aprendido en NPH es a valorar, a querer, a entender que tengo una familia, que nunca estuve solo y también que tuve muchas oportunidades que otros niños no llegan a tener. Siempre tuve la atención necesaria y la bendición de no preocuparme por un plato de comida, por mi salud, por ropa o calzado.
Por eso, uno de mis sueños —además de mi preparación académica— es ayudar a los demás, especialmente a las personas de la tercera edad que no tienen quién las apoye económica y emocionalmente. También me gustaría cumplirles el sueño a otros chicos de tener la oportunidad de estudiar y tener una mejor relación con Dios para tomar buenas decisiones en su vida.
Si pudiera describir la importancia de NPH en mi vida, sería con la frase del Padre Wasson: “Lo que realmente somos es una extensa familia”. Y es que él nos enseñó que no somos cualquier comunidad: somos una familia, y estamos el uno para el otro.
En NPH sabemos que detrás de cada historia hay un futuro que se está formando con amor, cuidado y oportunidades reales. Por eso, cada día reafirmamos nuestro compromiso de brindarles un hogar, educación y valores para que nunca dejen de soñar ni de creer que juntos somos una familia que se apoya y crece unida.
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